Al kilometro 26 de la ruta de la mandarina encontaron un bolso lleno de aztecas chinos que cultivaban pedazos de cartulina para hacer afiches de primaria.
Los dientes careados y apretados se desintegran y nace un carnal de la lengua, que baila una y mil veces la mañanita sobre un sombrero negro de hierro y con un pinche de acero inoxidable en el medio.
El mexicano sacó su reproductor de piedra y noqueó a sus contrincantes con reggae puramente de las pirámides de la bolognesa al roquefort e inundó el pasto con buenas vibras.
El carrito de rulemanes está en subida así que los dejo sentados en ese colchón de aire comprimido sin agua rás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario